Hay algo misterioso en el hecho de que a los hombres les guste el porno que tiene como protagonistas a dos mujeres practicando sexo. Ni siquiera es necesario que sea porno: pocas cosas excitan más a un tío que ver a dos mujeres haciendo el tonto y besándose sensualmente ante sus narices solo para tomarle el pelo, aunque no sean realmente lesbianas. ¿Por qué esa reacción? ¿Por qué los hombres se excitan ante una actividad sexual en la que, si la pareja es realmente lesbiana, no pueden participar más que como espectadores en páginas como xnxx?
Es algo que nos llegamos a preguntar en algún momento de nuestras vidas, y no hay únicamente una respuesta. Uno de los motivos por los que a los hombres les puede gustar ver a dos mujeres inaccesibles en pleno acto sexual es, simple y llanamente, el hecho de que en vez de ver a una mujer desnuda y practicando sexo con un hombre –al que no les gusta tanto ver desnudo, ni siquiera al imaginarse que los representa en ese acto sexual- prefieren ver a dos, con sus dos vaginas y sus cuatro pechos. Son dos mujeres desnudas por el precio de una. Así de sencillo.
Sin estar del todo desligado de esta teoría como xvideos, también está la cuestión del morbo: si estas mujeres son en principio inaccesibles para el hombre que disfruta viéndolas, el hecho de mirarlas es como una invasión de la intimidad, de un mundo al que en realidad no tiene permitido el acceso. Da igual que en el porno profesional las mujeres que se lían unas con otras no sean las típicas lesbianas, las reales, las que uno se puede encontrar por la calle, sino actrices como mucho bisexuales, si no directamente heterosexuales, que se cambian de acera para la ocasión a cambio de sus honorarios como intérpretes. La idea es esa como cuenta pornhub: el morbo que da la invasión de algo que nos está prohibido.
Hay quien ve el consumo de porno lésbico por parte de hombres heterosexuales como una forma de aproximarse a la homosexualidad menos chocante, más digerible. Las parejas de personas del mismo sexo están cada vez más aceptadas por la sociedad, pero aún queda mucho camino por recorrer, y una de las cosas que tenemos pendientes es conseguir que la curiosidad por la homosexualidad, si es que debe existir esta curiosidad, sea justa con todo el mundo: no vale alegrarse por la creación de una pareja de lesbianas o petardas y aceptarlo al 100% pero tener algunas reservas con el mismo hecho por parte de una pareja de gays, y el caso es que ocurre. Así, según esta teoría, muchos hombres heterosexuales ven vídeos de lesbianas para acercarse a la homosexualidad de una manera que no les produzca ningún rechazo, como probablemente sí les ocurriría si vieran vídeos de dos hombres teniendo sexo. De todas formas, la sociedad tampoco ha acabado de aceptar las relaciones entre mujeres.
Volviendo al tema de la inaccesibilidad de las lesbianas, como decíamos a los hombres les gusta verlas en plena acción cuando tienen el aspecto hetero que tiene cualquier otra actriz porno, por lo que en realidad lo que los atrae es ver a dos mujeres bisexuales satisfaciéndose mutuamente, porque le dan el morbo que proporciona ser espectador de dos mujeres desnudas en vez de una y a la vez siguen siendo accesibles, o por lo menos su orientación sexual no es un obstáculo para que algún día ellos puedan estar con cualquiera de las dos o, con suerte, las dos a la vez.
Sea cual sea el motivo, siempre hay algo mezquino en esta atracción: por un lado lo más común es que los hombres cedan al pensamiento de que esas dos mujeres pueden estar practicando sexo entre ellas, pero siempre les faltará el hombre, el pene. Por el otro, la idealización que supone que dos mujeres de aspecto y actitud netamente heterosexual se líen implica una cierta hipocresía ante los videos porno, dado que en muchos casos por lo menos una de las dos personas que forman una pareja lésbica tiene ciertas formas, gestos o formas de vestir y arreglarse que son más propias de los hombres, pero esa imagen no entra en la cabeza del hetero consumidor de porno de lesbianas. Pues eso: hipocresía e ignorancia.